pastor

Mi abuelo me retó una sola vez en su vida, y es el único reto que recuerdo.
Mi abuelo vino especialmente una tarde desde Valparaíso para llevarme a un cumpleaños porque yo lo llamé diciéndole que mi mamá no me podría llevar y por lo tanto yo no podría ir.
Mi abuelo sabía que me gustaban los chunchules, entonces antes de venir a Santiago los encargaba en una carnicería donde se los vendían preparados y me los traía en una tremenda fuente sólo para mí.
Mi abuelo me hacia cosquillas, cuando yo gritaba “auxilio” él me decía “no está”, cuando entonces yo decía socorro él respondía “tampoco”.
Mi abuelo murió dos semanas del 18 de septiembre y ya tenía la carne encargada y los volantines comprados.
Mi abuelo me sacaba de vacaciones a un camping en Rapel todos los veranos porque mis viejos no podían.
Mi abuelo se puso humita y atendió a todos mis amigos en un cumpleaños que me celebraron.
Mi abuelo me vistió de huaso y me saco a dar vueltas arriba de un caballo cuando apenas tenia uso de razón, y en una nebulosa yo me acuerdo de eso.
Mi abuelo no jugaba football, ni le gustaba verlo, peor me regaló mi primera y única pelota de football porque el entendía que era importante que yo jugara tanto para integrarme con mi compañeros de colegio como para acercarme a mi papá.
Mi abuelo los 4 fines de semana antes de morir lo pasó con cada uno de sus hijos y el último solo con mi abuela, fue claramente una despedida que le dio el destino.