lunes, noviembre 13, 2006
Responsabilidad y trabajo: vida?
Ser responsable con uno mismo es la mejor forma de ser responsable con tu medio y con la gente que te quiere y te rodea.
¿A que viene esta reflexión? Simplemente al hecho de que hoy al empezar la semana hemos tenido el peor comienzo imaginable. Se ha despedido a dos personas por abrir una botella de vino el viernes pasado y tomársela en el trabajo.
Independiente de los aspectos legales y reglamentarios que pueden haber y que deben ser considerados a la hora de su despido, lo importante para mi es como se hecha a perder un posible futuro, una vida, por una calentura.
Muchas veces he dicho que las condiciones laborales acá no son las mejores. Todo el mundo está disconforme con los sueldos y con el trato, por lo que siguen acá por el simple hecho de ser lo único que hay. En el último tiempo incluso hay gente que se ha retirado de la empresa sin tener un trabajo seguro afuera, y simplemente lo han hecho porque no se siente bien, están aburridos, no aguataron más.
Los robos, la mala disposición frente al trabajo, el consumo de alcohol y muchas otras conductas no deben justificarse, pero si entenderse dentro del contexto donde se están produciendo.
La gente no siente conexión con sus jefes, menos valoración por parte de ellos. Muchos apenas pasan los 20 años y ya están chatos, con vida y actitud de viejos acabados. Sin un futuro claro y posible que les permita inspirarse.
Al momento de despedirlos todos sus derechos deben ser respetados, eso sin duda. Pero no es menos cierto que la perdida de confianza en ellos va a ser la mayor consecuencia. Acá el asunto no es plata, es simplemente ver como un par de personas hipotecan su futuro por una tontera y como una empresa se farrea la posibilidad de construir lealtad en el capital humano con que trabaja. Hay errores mutuos. Nadie gana acá, da pena rabia y muchas otras cosas. Rumores de pasillos, caras largas, incluso manifestaciones bien apasionadas, pero nadie puede estar feliz.
Lo irónico es que mientras terminaba de escribir la frase anterior mi jefe me dice con una gran sonrisa en su cara: “está re bueno tener reglamento interno”. Después de eso no creo que sean necesarios más comentarios de mi parte.
¿A que viene esta reflexión? Simplemente al hecho de que hoy al empezar la semana hemos tenido el peor comienzo imaginable. Se ha despedido a dos personas por abrir una botella de vino el viernes pasado y tomársela en el trabajo.
Independiente de los aspectos legales y reglamentarios que pueden haber y que deben ser considerados a la hora de su despido, lo importante para mi es como se hecha a perder un posible futuro, una vida, por una calentura.
Muchas veces he dicho que las condiciones laborales acá no son las mejores. Todo el mundo está disconforme con los sueldos y con el trato, por lo que siguen acá por el simple hecho de ser lo único que hay. En el último tiempo incluso hay gente que se ha retirado de la empresa sin tener un trabajo seguro afuera, y simplemente lo han hecho porque no se siente bien, están aburridos, no aguataron más.
Los robos, la mala disposición frente al trabajo, el consumo de alcohol y muchas otras conductas no deben justificarse, pero si entenderse dentro del contexto donde se están produciendo.
La gente no siente conexión con sus jefes, menos valoración por parte de ellos. Muchos apenas pasan los 20 años y ya están chatos, con vida y actitud de viejos acabados. Sin un futuro claro y posible que les permita inspirarse.
Al momento de despedirlos todos sus derechos deben ser respetados, eso sin duda. Pero no es menos cierto que la perdida de confianza en ellos va a ser la mayor consecuencia. Acá el asunto no es plata, es simplemente ver como un par de personas hipotecan su futuro por una tontera y como una empresa se farrea la posibilidad de construir lealtad en el capital humano con que trabaja. Hay errores mutuos. Nadie gana acá, da pena rabia y muchas otras cosas. Rumores de pasillos, caras largas, incluso manifestaciones bien apasionadas, pero nadie puede estar feliz.
Lo irónico es que mientras terminaba de escribir la frase anterior mi jefe me dice con una gran sonrisa en su cara: “está re bueno tener reglamento interno”. Después de eso no creo que sean necesarios más comentarios de mi parte.
