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martes, noviembre 28, 2006

 

Volvió la mierda

Useless piece of shit.
Nuevamente esa frase aparece y me vuelve a hacer sentido.
Un pedazo de mierda, inservible, indeseable.
Eso soy o eso siento que soy o eso me hacen sentir o lo que sea.
En el fondo y bien en el fondo empieza a emanar el hedor. Yo aún no lo siento, pero el resto si.
Y por eso me van dejando de lado.
Por eso me aguantan muy poco tiempo junto a ellos.
Me usan y me sueltan.
Yo también los uso, tampoco se crean que soy una victima.
Lo que pasa es que a mí me han usado más que lo que yo he usado al resto.
Y como el saldo no es a mi favor, es negativo, siento esta derrota de la mierda inútil.
En anteriores relatos he hablado de mi familia, de mi trabajo, de mis amigos.
Hoy no tengo nada de eso.
La familia a fuerza, a sangre, existe, pero no la siento junto a mí.
Los amigos no son tales, o no son como yo quiero que sean, a lo mejor yo tampoco soy como ellos preferirían. Como sea, no hay amigos de verdad, todo terreno. Hay amigos de la vida, y la vida pasa, por lo tanto ellos también.
Mi trabajo, mi gran escudo, es una mierda. Asciendo y aprendo a mandar. A ponerme frío y distante. A tener que imponer mi palabra. A encerrarme en mi, solo en mi. A volverme ajeno y eficiente. Eso es lo importante ser eficiente, sin alma, sin cuerpo, sin nada, solo como un generador de resultados, de buenos resultados.
Puedo escribir horas.
Expresarme confusamente y con espacios de lucidez.
Si tienes la paciencia de leerlo todo, de leerme entero, me podrás conocer.
Y en ese momento tienes cinco segundos para arrancar.
No más.
Si pasada la cuenta de cinco no te has movido, tendrás que asumir las consecuencias de conocerme tanto y quedarte junto a mí.
Pero no te asustes, no estarás acá a los cinco segundos, tus piernas te salvaran y aunque tu cabeza aún esté procesando tanta información, tus piernas en una señal de autonomía invaluable te llevarán lejos.
Y yo no lo extrañare, más bien sonreiré.
Sí, sí sé reír. Aunque debo reconocer que mi sonrisa no es apreciada como tal por la gente.
El otro día, sin ir más lejos, estaba muy sonriente, casi creí tener cara de tonto por la risa que emanaba de mi. Entonces decidí ver esa cara y busque un espejo. Y ahí estuvo la sorpresa. La risa no era tal, no era tan amplia, no pasaba de ser una sonrisita, un gesto casi complaciente.
Plop.
Y lo a mejor por eso la gente me encuentra fome, triste, frío, poco expresivo, por mi puta cara que no quiere hacerme caso y le hace caso a mi alma.
Pero entiende mierda, el que manda acá soy yo.
El alma está herida, está con licencia, no está en condiciones de dar ordenes.
Entonces cuando yo quiera expresar alegría me haces caso y las expresas, a igual que la rabia, la pena, el desamparo.
Y alma mía no se te ocurra preguntarle al corazón, porque ese esta vacío, lo reemplace todo ahí adentro por una maquina que bombea sangre. Así es más eficiente, antes se dedicaba a tener sentimientos y eso le restaba energía.
Mi cabeza manda. Esa cabeza llena de mierda, de mierda inútil, como yo.
Por eso me representa tan bien esa frase. Por eso me siento así.

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