pastor

Anoche fui un cliché. No llegue tan tarde, no tenia muchas cosas que hacer en la casa y por lo tanto me entregue al relajo. Aproveche de leer, cocine algo rico pero liviano, tome cerveza, tome vino, escuché música y fume, fumé mucho.
Lo que leí me iba haciendo sentido en mucha de sus partes y a medida que el alcohol me invadía y que la música me mareaba, yo iba identificándome con la protagonista.
Todas las ventanas de la casa abiertas, la música bastante fuerte, yo sentado con pose de reventado y el trinomio vino-cigarro-libro dándome el escenario perfecto para parecer un maldito. Un poeta maldito no, odio la poesía. Simplemente un maldito, un poco narcisista, exitoso en muchos frentes, solitario, que se mira el ombligo y baila solo.
Por eso digo que era un cliché, porque esa escena ha sido tan vista y tan explotada que uno no cree que pueda ser verdad.
Eso hasta que uno forma parte de esa escena. Y ahí es cuando no se sabe si es uno el que está imitando el cliché o este se hizo real en uno.
Como sea, me encantó, así de simple, livianito y todo, me encantó.
Ya no veo tanto la vida pasar, ahora lo paso chancho junto a ella.