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martes, diciembre 05, 2006

 

Gimnasios

El mundillo de un gimnasio es realmente... no tengo palabras, pero podría decir que es de lujo. No importa el lugar donde este esté, ni los recursos, ni el tipo de publico, ni nada. Al final los estereotipos se repiten de manera casi burlesca.
Están los musculines, esos que pasan horas en el gimnasio y que en el fondo no llegan a ejercitarse mucho, ya que lo suyo consiste en levantar la mayor cantidad posible de kilos y por supuesto ser visto por sus pares mientras hacen esto. El asunto es que al levantar pesos absurdamente altos, alcanzan a hacer dos o tres movimientos y de ahí ya no siguen. Pasan su buen rato luego paseándose, levantando pesas chicas para mostrar sus músculos, quebrándose antes los demás musculines y joteando a cuanta señorita buena presencia se asoma por el lugar. A pesar de esto último, eso de impresionar a otros hombres con sus músculos lo encuentro muy hetero – gay, nada más opuesto a lo que se supone que ellos son.
Luego están esas minas obsesionadas con su cuerpo, esas que viven en una eterna dieta y van a diario al gimnasio. Son flacas y fibrosas, algunas tienen cuerpos realmente buenos, pero a pesar de eso no se permiten ningún desliz. Su rutina de ejercicio no es muy demandante, ellas no pueden, deben, ni saben transpirar, por lo tanto no se les puede llevar a eso. Por lo general se concentran en apretar el culo, los abdominales y los brazos. No interactúan por ningún motivo con los musculines anteriores, son mundos paralelos y realidades muy distintas, linda!
Luego también existen aquellos deportistas que practican otras disciplinas y que vienen al gimnasio por mantención, como rutina más que nada técnica. Ellos no están ahí para hacer músculos o impresionar a nadie o menos aún ir a sociabilizar. De todas maneras interactúan con los demás, muchas veces ubican a los musculines quienes se le acercarán por algún motivo mezcla entre envidia y desafío. Las mujeres del grupo anterior generalmente son las mamas de sus amigas o amigos o incluso alguna de estas señoras se hace la linda con este niñito bien, tan buena pinta. Ellos van, entrenan y se van. Son capaces de levantar los mismos kilos que los musculines pero con menos show y tienen mejor culo que las señoras y haciendo una rutina bastante menos obsesiva. En el fondo son aquellos que ven al gimnasio como un paso, no como un fin.
Otro grupo de féminas es aquel formado por señoras ya mayores, o que recién han parido, o que por algún motivo decidieron ponerse en actividad luego de años de no hacer nada y así bajar unos kilitos o están convalecientes de algo y el doctor les dijo que un poco de ejercicio les ayudaría a su recuperación. Son de esas que no se ven muy bien en tenida deportiva, incluso muchas de ellas ni siquiera tienen una y deben empezar improvisando, para luego de un tiempo comprar una que de todas maneras no le quedará muy bien. Sus rutinas tampoco son ambiciosas, pero ellas sí sudan, desde el primer momento, desde que están en el camarín abrochándose esas zapatillas que acaban de comprar y que le aprietan esos dedos acostumbrados a otro tipo de calzado. Ellas no serán eternas, cuando logren su meta, o aparezca algo que las aleje, lo harán y por un buen tiempo. De volver lo harán años después y partiendo totalmente de cero. Es más bien una persona que busca ejercitar más los músculos del cargo de conciencia que el verdadero músculo.
Los etcétera. Categoría en la que caen todo el resto. Esos pernos que van porque su cuerpo gordo o flaco no tiene ninguna forma. O aquel galán del pasado que se resiste a ver como su ponchera aumenta en forma directamente proporcional a su pelada. O puede ser un ejecutivo top que debe mantenerse bien y que viene muy temprano, hace una rutina algo exigente, no se involucra con nadie y sale fresco como una lechuga. O el gordito o gordita que lo mandaron del colegio o del doctor y que lo pasa pésimo, que no le pone empeño, que apenas pueda dejará de ir y que tan pronto llega a la casa recupera con creces las pocas calorías que logró quemar al tomar por asalto el refrigerador. Y un largo numero de personas que por diferentes motivos llegan a este lugar y que no se sienten del todo cómodos pero que no les queda otra que aceptar que es el lugar escogido para hacer algo con su cuerpo.
Mención aparte son los profesores del gimnasio. Preparador físico, profesor de educación física, entrenador o como quiera que se llamen. En lo personal tengo un odio parido y casi vitalicio en contra de estos personajes. Desde el colegio, pasando por las pocas veces que fui al gimnasio durante mi adolescencia, siempre han sido personajes detestados por mí. Quieren que uno considere el deporte como lo más importante de la vida, desprecian a aquel sin talento o interés por los ejercicios, arman una verdadera cofradía con los más atléticos, torturan con ejercicios inútiles a quienes no destacan y generan un rechazo infinito al deporte. Por lo general, la mayoría de ellos me parecieron siempre personas con una limitada capacidad mental, medio frustrados por tener que hacer clases de gimnasia y no estar compitiendo en algún estadio del mundo. Aparte de ser sobrados, creídos de algo que nunca se está seguro lo que es. Se creen simpáticos, y peor aún cuando son cancheros, ahí demuestran toda su estupidez y se alejan definitivamente del tipo de personas con las que yo quiero interactuar.
En conclusión, el gimnasio para mí es un lugar donde uno va a ejercitarse, ponerse en forma, prepararse para tener un estado físico que te permita hacer otro tipo de actividades, lograr cierta condición saludable y de paso distraerse de las otras responsabilidades que uno tiene.
Por que señores, el gimnasio no lo es todo en la vida.

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