lunes, diciembre 04, 2006
Voy y vuelvo
Después de poco más de un año de mi vuelta definitiva a Chile estoy pasando un periodo muy confuso.
El impulso inicial de establecerme por un buen tiempo acá, sin importar donde fuera, ha ido perdiendo fuerza. Sé muy bien que esperar eternamente a un trabajo mejor ubicado habría sido un poco iluso y bastante riesgoso, pero 200 kilómetros es suficiente distancia para que la evaluación que hago de este año tenga tintes de insatisfactoria.
Esto porque laboralmente no puedo considerar este año más que como uno muy exitoso. He ido creciendo rápido al interior de la empresa, tengo confianza de parte de mis jefes y de los dueños, he ido adquiriendo nuevas responsabilidades y desafíos, y gozo de gran autonomía al momento de ejecutar lo que estime conveniente. Además he logrado empezar a ser reconocido por mis pares y el medio, consiguiendo poco a poco involucrarme totalmente en este medio del que quiero ser parte por siempre.
También tengo mi casa, una muy piola, con un buen compañero de casa, ciertas comodidades, buena ubicación, y aunque podría ser mucho mejor, no es un elemento para quejarse.
¿Entonces por qué estas ganas de partir y mandar todo a la mierda?
La primera respuesta que se me viene a la cabeza es que soy un inconformista que siempre esta en espera de algo más, de un ideal medio mágico que es mi escenario soñado pero por el cual no hago nada.
Al parecer soy más urbano de lo que yo creía.
Eso sumado a mi inseguridad en cuanto a las relaciones interpersonales, crean una ecuación con saldo negativo, ya que siento que me pierdo de mucho por estar acá.
Lo peor es que no necesariamente pierdo muchas cosas, pero uno siempre quiere lo que no tiene.
Mis planes a futuro siguen intactos, vale decir en un año aproximadamente partir. Hacer un excelente trabajo, responder correctamente a las confianzas en mi depositadas y preparar ordenadamente el despegue. Un despegue que será el mayor riesgo que jamás haya tomado. Dejar la seguridad del trabajo, una carrera profesional ascendente y pasar a estudiar nuevamente, a tener trabajos con menor remuneración, menos responsabilidades, más esfuerzos en el fondo. Pero a cambio lograré la libertad que tanto quiero. No estar amarrado a nada ni a nadie. Ser más autentico y reinventarme nuevamente.
En un año más estaré ad portas de eso y sabré si mis esfuerzos funcionaron y si ese nuevo escenario será posible o si las cosas han cambiado en algún otro sorpresivo sentido.
Por el momento miro la vida pasar.
El impulso inicial de establecerme por un buen tiempo acá, sin importar donde fuera, ha ido perdiendo fuerza. Sé muy bien que esperar eternamente a un trabajo mejor ubicado habría sido un poco iluso y bastante riesgoso, pero 200 kilómetros es suficiente distancia para que la evaluación que hago de este año tenga tintes de insatisfactoria.
Esto porque laboralmente no puedo considerar este año más que como uno muy exitoso. He ido creciendo rápido al interior de la empresa, tengo confianza de parte de mis jefes y de los dueños, he ido adquiriendo nuevas responsabilidades y desafíos, y gozo de gran autonomía al momento de ejecutar lo que estime conveniente. Además he logrado empezar a ser reconocido por mis pares y el medio, consiguiendo poco a poco involucrarme totalmente en este medio del que quiero ser parte por siempre.
También tengo mi casa, una muy piola, con un buen compañero de casa, ciertas comodidades, buena ubicación, y aunque podría ser mucho mejor, no es un elemento para quejarse.
¿Entonces por qué estas ganas de partir y mandar todo a la mierda?
La primera respuesta que se me viene a la cabeza es que soy un inconformista que siempre esta en espera de algo más, de un ideal medio mágico que es mi escenario soñado pero por el cual no hago nada.
Al parecer soy más urbano de lo que yo creía.
Eso sumado a mi inseguridad en cuanto a las relaciones interpersonales, crean una ecuación con saldo negativo, ya que siento que me pierdo de mucho por estar acá.
Lo peor es que no necesariamente pierdo muchas cosas, pero uno siempre quiere lo que no tiene.
Mis planes a futuro siguen intactos, vale decir en un año aproximadamente partir. Hacer un excelente trabajo, responder correctamente a las confianzas en mi depositadas y preparar ordenadamente el despegue. Un despegue que será el mayor riesgo que jamás haya tomado. Dejar la seguridad del trabajo, una carrera profesional ascendente y pasar a estudiar nuevamente, a tener trabajos con menor remuneración, menos responsabilidades, más esfuerzos en el fondo. Pero a cambio lograré la libertad que tanto quiero. No estar amarrado a nada ni a nadie. Ser más autentico y reinventarme nuevamente.
En un año más estaré ad portas de eso y sabré si mis esfuerzos funcionaron y si ese nuevo escenario será posible o si las cosas han cambiado en algún otro sorpresivo sentido.
Por el momento miro la vida pasar.
