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lunes, marzo 26, 2007

 

Conversaciones

Es tiempo ya de sincerarse.
No hay mucho que decir, pero ese poco es importante.
Tenemos que hablar.
No sé por donde empezar, tu bien sabes lo que tengo que decirte.
Básicamente no es una conversación, es una confirmación.
Siempre he temido de tu reacción.
Me llama la atención además que a pesar de lo directas que sueles ser no me hayas encarado antes.
Pero si, es verdad, todas tus sospechas son reales.
¿Por qué no te dije antes?
Por miedo. A tu reacción, a tu rechazo, a la situación en general.
El vinculo no se romperá, pero si podría hacerlo la relación. Y tu sabes bien que soy un tipo de pocas relaciones.
Entonces esas pocas las cuido.
¿Cómo te diste cuenta? Es hora que yo haga algunas preguntas.
¿Era tan evidente o simplemente te llegaron con el cuento?
Como sea, ahora no hay mentiras. Nunca te mentí en realidad.
Pero lo que quiero decir es que no hay cosas ocultas. Obviamente algo me guardo, pero lo esencial está ahí, sobre la mesa, para que lo que revises al revés y al derecho.
No espero una frase tuya. Ni menos que seas comprensiva. Solo espero verdad.
Esa clara, directa, sin dudas, y que sólo tu sabes lanzar sin anestesia.
Porque eso es lo que temía, pero también es eso lo que aprecio.
Y bueno, que dices...

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