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martes, mayo 27, 2008

 

Andrés Allamand

El senador Allamand es una de las máximas decepciones que he tenido en la política nacional. Transitó de ser un rostro nuevo y sin ataduras pinochetistas en la oposición a inicios de la democracia, a convertirse en un representante del peor tipo de política, aquella que se llena de ambiciones y demostraciones de poder disfrazado de vocación pública o social.
Al aparecer su imagen en la política activa lo hizo avalado por su paso como dirigente estudiantil y por estar desligado del legado de la dictadura. Era una cara nueva, propositiva y positiva, capaz de liderar un partido de derecha plural e insertado en el nuevo sistema político imperante. Era el pupilo de Jarpa, quien a pesar de ser una figura ligada al régimen no ejercía influencia sobre su protegido por ese lado, sino más bien apoyando el inicio de una carrera política que a todas luces se veía prometedora.
Luego de los primeros cuatro años de democracia y habiendo presidido Renovación Nacional y sorteado el escándalo Piñera-Matthei que lo dejó como el único sobreviviente de la pandilla juvenil de su partido, decide postular a la Cámara de Diputados logrando junto a Bombal el primer doblaje de la Alianza e iniciando la tradición de que ese distrito es un feudo donde la Concertación hasta el día de hoy no ha logrado a volver a tener diputados. Cuatro años después el desafío fue dar el paso siguiente, vale decir, postular al Senado. Lo hizo con el mismo compañero de formula de la elección anterior, pero enfrentándose a un electorado ya no sólo formado por gente íntimamente ligada a la derecha ni de clase media-alta a alta. Esto implicaba que era evidente que sólo uno de los dos saldría electo, más si frente a ellos había una poderosa dupla del oficialismo que difícilmente seria doblada, si es que superada. Sin embargo, este fue su primer revés, es derrotado, por lejos y deja por lo tanto a la cabeza de RN como un derrotado, en lo que seria una clara señal del avance de la UDI y que de una u otra manera marcaría la vida política de Allamand, haciéndolo perder a mi juicio la ilusión política más pura. Quedaba la sensación de pobrecito, de victima, de por qué alguien tan bueno perdía, que injusta es la política y malagradecidos los votantes.
Inicia su travesía en el desierto, parte a EEU y desaparece del quehacer político nacional por un buen tiempo. Luego al regresar lo hace de manera discreta ligándose más a proyectos académicos que a la política activa. Así se convierte en una especia de dirigente en las sombras dentro del partido, consultado sin figurar, manteniendo el respeto de los militantes pero sin asumir desafíos electorales o en la dirigencia del partido. Ya en este regreso su lejanía con Piñera es evidente, este último tampoco estaba en la primera línea de la política y era casi iluso pensar en ambiciones presidenciales de parte de cualquiera de los dos, básicamente porque a esas alturas no eran viables. Sin embargo, cuando el tema se lleva en la sangre no se puede evitar, y entonces retoma su actividad más notoria con una actitud diferente. Bloquea las opciones presidenciales de Piñera y plantea un apoyo total e irrestricto a Lavín. De hecho se transforma en el hombre que genera más lazos con la UDI, plena sintonía con el candidato que a esas alturas muchos estaban convencidos que seria el próximo presidente. Pero la política tiene muchas vueltas no todas lógicas ni comprensibles, y estas vueltas decidieron que Lavín se desinflara, que RN en un impensado acto de coraje impusiera a Piñera como candidato y le peleara frente a frente la opción de ser quien lleve la Alianza al gobierno. En este escenario quedó Allamand en un limbo que a mi juicio lo tuvo un tanto desorientado respecto hacia donde dirigir sus lealtades. Por un lado estaba un Lavín con el cual había tenido gran sintonía y por otro lado un Piñera que era el hombre de su partido pero con el cual ya se habían roto todas las lealtades y era más bien un adversario de cara a su propio liderazgo y potenciales ambiciones presidenciales.
Finalmente usando sus redes de contacto a un lado y al otro, evita quemarse tomando una postura clara e la presidencial y se hace del cupo de la Alianza al Senado en la décima región norte, donde luego de muchas negociaciones consigue ir sin compañero de lista, lo que significa ser virtualmente elegido Senador ya que era impensable un doblaje de la Concertación y la Alianza tenía el suficiente poder en la zona como para asegurar un de los dos cargos a disputar. Aunque ni esto le salio fácil. Matthei con cuentas pendientes desde su salida de RN estaba dispuesta a trasladarse y darle la pelea, Moreira amenazó con ser candidato también y algún otro líder local reclamó su derecho a ser candidato a la Cámara Alta. Finalmente, el manejo negociador de Allamand, que lo gradúo como operador político, consiguió pavimentar su elección, llegando incluso a la soberbia al declarar que había sido primera mayoría en la elección ganándole a al ex-presidente Frei, quien aunque también iba asegurado al menos llevaba un compañero de lista que representaba una alternativa para los oficialista que no lo apoyaban. Al final un elección bastante arreglada por ambos lados, que ni los honra como autoridades políticas ni honra nuestro sistema democrático.
Pero faltaba ver a Allamand en el Senado donde tenía que validar su nuevo cargo siendo un activo participe de la actividad legislativa. Partió fuerte, encarando al gobierno, en una breve pero mediática dupla con Longueira se autoproclamaron los jefes de la Alianza en el Senado y los interlocutores con el poder ejecutivo. Todo muy bien, un poco agresivo pero dentro de las normas habituales del juego del poder. Esto hasta su teoría del desalojo. Plantear un desalojo, es decir que se sacará alguien por la fuerza, ya sea física o jurídica, que la idea es agarrar a los inquilinos de La Moneda y expulsarlos, sin importar la forma. Pero ahí se equivoco, desestabilizar un gobierno o torpedearlo continuamente, generar un acoso constante que precipite su salida, no es la forma en que se llega a ser gobierno. Para eso lo que se espera es una propuesta nacional y que la población elija si es su alternativa o alguna de las otras la que elije para administrar el poder. Por más que se quiera bloquear todas las iniciativas, hacer difícil el trabajo, denunciar irresponsablemente y atacar, la derecha no ha conseguido levantarse como una opción de gobierno. Es cosa de ver que baja el apoyo a la mandataria a la par que el apoyo a la Alianza. Es claro apreciar que Piñera es visto como el candidato mejor posicionado pero no a la Alianza como el conglomerado más apoyado. Una sociedad personalista, paternalista y presidencialista puede ser la explicación. O reconocer que la teoría del desalojo de Allamand no tiene apoyo entre la gente que quiere un transito responsable de autoridades y no una simple lucha por espacios de poder.
El idealista Allamand, el que veíamos sonreír en los primeros años de Aylwin pactando una agenda legislativa que permitiera avanzar, el candidato a diputado que logró quitarle votos a la Concertación e incluso el candidato al Senado que luchó hasta el final, son imágenes muy alejadas del político que es hoy. Cayó en la politiquería, en la matemática electoral, en las cuotas de poder, en una guerra sucia por ganar que no deja claro quien es el beneficiado ni menos quien puede ser el ganador.Espero que si son gobierno Allamand se vea obligado a rectificar, ya sea en un ministerio mostrando habilidad de gestión, como figura propositiva desde el Senado o retomando el proyecto de un partido moderno, liberal y con futuro como fue en los inicios de los noventa con el mismo a la cabeza. Y no proponiendo primarias con Piñera, Flores, Lavín y Zaldívar para ver con cual tiene más opción de ganarle el quien vive a la Concertación. Ese no es un proyecto esa es una jugada, pero todo juego necesita más que una jugada una estrategia, y es ahí donde esperaría verlo, de estratega en positivo.

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