.comment-link {margin-left:.6em;}

jueves, mayo 22, 2008

 

Soledad Alvear

Abrió el Sernam, destacó como ministra de Justicia, fue el rostro y salvavidas de la campaña de la segunda vuelta de Lagos, como ministra de Relaciones Exteriores se empezó a perfilar como política, se embarcó en una fallida campaña presidencial, optó y arrasó en la elección al Senado, decidió tomar el desafío de dirigir y presidir la DC. De todo el curriculum de servicio público que de manera rápida y práctica he presentado, creo que el único error de la presidenta ha sido este último, del momento en que decide caer en la política partidista su imagen de líder nacional se desmorona y cede paso al politiqueo de cúpulas, de renciñas, de estrategias egoístas y de ceguera hacia la sociedad. Por que lamentablemente desde hace unos años la política partidista a seguido la filosofía del ombligo, o sea esa es la única parte a la que miran sus dirigentes cuando toman decisiones que supuestamente influirán en el país. Se puede argumentar que fue una estrategia de sobrevivencia, que si no tomaba el toro por las astas sería sepultada por la maquinaria colorina, pero ese desafío lo podría haber tomado alguien más, a lo mejor ese alguien no habría obtenido el nivel de apoyo que obtuvo ella, pero habría hecho el trabajo sucio y la habría dejado a ella seguir sus tiempos y una agenda más amplia.
Cuando decide postular a la presidencia de la DC me pareció arriesgado e innecesario, sin embargo, era una señal política que por un lado implicaba no postular a la presidencia del Senado tensionando su relación con la Presidenta, pero que la iba a mantener en la primera línea asegurando un rol que le diera figuración y no la hiciera caer en el limbo político donde habitan tantos que pese a sus ambiciones pasaron al olvido del pueblo. Pude llegar a entender esta decisión, no la compartí del todo, pero demostraba que ella entraba a pelear de manera evidente por sus metas y eso la hacia una figura pública más interesante.
Haciendo un paréntesis, siempre he creído que existen dos tipos de presidente básicamente, aquellos que toda la vida han querido serlo o llevan un buen tiempo con esa meta en sus cabezas, y aquellos que aparecen producto de cierta coyuntura o explosión mediática que los pone en una carrera presidencial que no formaba parte de su plan original. Aylwin, Lagos y Piñera, si llega a ser presidente, son de el primer grupo, ellos lo hagan bien o mal, llevan un tiempo mirando al país y pensando como enfrentarían cada situación, estableciendo una ruta de navegación y entrenando el carácter multifacético que se espera de un presidente. Frei y Bachelet son del segundo grupo, por distintos motivos llegan a ser candidatos y a arrasar en las elecciones, pero no parecen tener claridad sobre que esperan conseguir de ese mandato, tienen capacidad y tomarán excelentes decisiones de políticas publicas, pero en muchos momentos dará la idea de improvisación o de falta de manejo político de las situaciones. Frei recién ahora con un tiempo en el Senado, habiendo pasado una elección parlamentaria y habiéndose fogueado más con viajes e interacciones a nivel más de estadista, ha llegado a tener una estampa más similar al primer grupo.
A lo que voy con esto es a justificar en cierta medida la decisión de Alvear de presidir la DC, necesitaba mostrar no sólo capacidades en la administración pública y apoyo popular, era imperativo cimentar su liderazgo en un nicho político y en ese sentido conducir a la DC era un desafío que podía ayudar a lograr ese fin. Pero no estoy seguro si lo consiguió. Los celos que genera su imagen, la figura de su marido atrás, las rencillas de tal o cual grupo, el resentimiento de aquellos que se sienten desplazados y la envidia de sus derrotados adversarios, han hecho que en defenderse pierda el tiempo y no logre perfilarse como la figura cercana a la gente pero con soluciones desde el poder.
Este segundo periodo como presidenta del partido la desgastará, debería haber sido Burgos, Pizarro o incluso alguien más alejado pero que reconozca su mejor derecho a ser la candidata presidencial del partido como Belisario Velasco o Jaime Ravinet, quienes condujeran esta fase, que hicieran el trabajo sucio de la politiquería diaria, de la negociación y la hubieran dejado a ella seguir su camino de perfil más presidencial, más nacional.
Incluso he llegado a creer que la senadora debería retirarse a un segundo plano hasta que la coyuntura la ayude a resurgir, dejar esta vuelta presidencial y esperar las condiciones para reaparecer. La estrategia la ha resultado a Ravinet, Lagos y Escalona cuando tuvieron alguna derrota o el medio se les ponía muy hostil, demostrando de paso que son políticos y líderes de vocación al saber esperar y resurgir en los momentos en que la población lo aclama. Pero ya es tarde para eso, ya está metida en una campaña que no tiene retorno, ya es presidenta de la DC, tendrá que negociar, conducir y encarar la elección municipal que viene, tendrá que armar una planilla parlamentaria para el próximo año y va a tener que lograr despegar de esta carrera presidencial donde hay algo que no le permite encumbrarse. No tiene otra opción, no hay más nombres reales en la DC (Frei es más bien un comodín para tener amplitud de opciones y Trivelli está muy alejado de la realidad, sobre todo si nunca se ha enfrentado a una elección y las encuestas no lo contemplan básicamente) y seguir hasta la primera vuelta o hasta primarias, que pueden significar o el fin de un periodo agónico de su partido o una inyección de energía para los suyos que frente a una candidatura se rearmen y motiven con un proyecto común.
Como sea Soledad Alvear ha demostrado tener gran capacidad intelectual, humana, política y de responsabilidad social, ha tomado desafíos, ha aceptado entrar al juego y hasta el momento ha demostrado que aunque los medios y la politiquería mediática la quieran jubilar y enterrar muchas veces, ella electoralmente ha sido apoyada. Y en eso debe afirmarse, en el pueblo que se ilusionó con ella cuando la veía como una ministra ejecutiva, en esas mujeres que veían en esta primera ministra de la vuelta a la democracia no sólo a una mujer igual que ellas sino que a una que con demostraciones de eficiencia y solides les hizo saber que otro estilo era posible, que el poder les podía ser cercano y que no vale rendirse. A esperar que no se rinda y que si decide dar un paso al lado lo haga con la frente en alto y con la responsabilidad social que debe tener un gran líder.

Comments: Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?